El búho y la niña de las mariposas
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odos pensaban que en aquella torre vivía una mujer vieja, fea, sin alma… una bruja.
Cada noche, por el hueco de la ventana se veían destellos de luz que volaban con dirección al cielo y desparecían en la distancia.
Cuando la luna brillaba en el azul profundo de la inmensidad, una silueta se dibujaba en la pared, la silueta de forma humana parecía tener un largo cabello. La gente imaginaba cualquier cosa y las historias que se inventaban iban de lo simple a lo inimaginable.
Pero un día, el búho que volaba sobre las copas de los árboles, sintiendo el frío viento de la noche, cayó en una trampa. Pasaron días y un hombre que caminaba por allí lo vio y pensó que sería un acto heroico liberar al ave, lo tomó entre la red y lo llevó a su casa.
Cuando llego la noche el búho se puso inquieto, movía con desesperación sus alas y chillaba clamando piedad.
Al cabo de unas horas, el hombre se acercó al fuego de la chimenea, pensando en el momento preciso para sacar al ave de su prisión, meditando, picó las brasas con fuerza para avivar la llama y entonces hubo un estallido silencioso, un par de chispas saltaron a sus ojos y el hombre cayó al suelo como desmayado.
Tratando de incorporarse y de aclarar su mirada, vio al ave distinta y tuvo miedo. Hubo algo en su interior que era disímil, los objetos los veía cubiertos con un alo de color, su oído se agudizo al punto de escuchar el caminar firme de las hormigas sobre las hojas secas.
El búho lo miraba con atención y le dijo – Quiero que me saques de esta prisión, necesito volar –
El hombre asustado no pudo responder, pero pensó – Estoy soñando – y el búho le respondió aún en su pensamiento.
Aquel hombre parecía una hoja tambaleante sobre el agua, no pudo ponerse en pie y optó por permanecer en el suelo observando al ave, que ahora le parecía más grande y con ojos más iluminados.
- A pesar del tiempo en que han dominado los hombres, no han comprendido el origen de la magia, te voy a contar una historia:
Había una vez un rey que amaba a su única hija. A la princesa le gustaba correr en la hierba al medio día, meter los pies en la parte más baja del arroyo, trepar los árboles y observar el paisaje desde lo alto.
Un día el rey murió y la princesa se sintió sola y triste, así vivió algún tiempo, hasta que conoció a un hombre que llegó de una tierra lejana y que traía consigo un sin fin de objetos de aspecto peculiar. La princesa asombrada por aquella presencia extraña, pidió que el hombre le mostrara cada una de las cosas que llevaba consigo, pero a pesar de que aquellos objetos parecían sacados de un sueño, eran los ojos del viajero los que cautivaron su alma.
Un par de pretextos bastaron para convencer al viajero de detener su marcha y vivir por un tiempo en el palacio, pero su alma era libre y necesitaba seguir recorriendo los caminos inciertos, coleccionando objetos para mostrarlos a los pueblos sedentarios. La princesa no encontró una excusa más para suspender el andar de aquel hombre errante, una noche de luna llena, él salió por el balcón y al cabo de unos minutos desapareció. La princesa pasó días y noches enteros mirando hacia el balcón, esperando siempre ver su figura aparecer al borde del friso, pero la espera fue vana.
Un día, bajo la luz de la luna menguante, la princesa quedó profundamente dormida y en sueños vio al viajero volar en el lomo de una mariposa con alas de luz, despertó súbitamente queriendo apresar la imagen en su mente, pero no había nada… todo era irreal.
Desde aquella noche, la gente dice que la princesa enloqueció, porque apenas aparece la primera estrella de la tarde, ella sale a su balcón y destellos fulgurantes vuelan de entre sus manos con dirección al cielo y se pierden en la inmensidad del firmamento.
Cada amanecer, dibuja mariposas, de tamaños y colores diversos, las recorta delicadamente con las manos y las guarda en recipientes de cristal. Al medio día las coloca bajo el sol y por la noche, cuando la luna está en su plenitud, las toma entre sus manos y con un beso les da vida… las mariposas vuelan libres con rumbo infinito.
La princesa descubrió su magia y cada noche envía viajeros errantes montados en las mariposas, van con rumbos distintos, pero siempre se posan en alguna ventana, por la cual entrará el encanto de la luz y el amor a dar paz a las almas intranquilas.-
Cuando el búho terminó de relatar aquella historia, el hombre con dificultad se levantó y liberó al ave, la cual con torpeza llegó a la ventana y voló hacia la montaña.
Ese hombre quedó días enteros sentado en la puerta mirando la torre de la montaña, donde cada noche las luces volaban desde la ventana y recordó con tristeza su juventud y la visita que un día hizo al palacio, en donde mostró sus objetos coleccionados a una niña que lo miraba con ternura y sorpresa, recordó que tuvo que partir porque sentía la necesidad de recorrer nuevos caminos y que no pudo ir muy lejos, pues la mirada de esa niña le hizo falta para respirar, así que construyó una cabaña en medio de la montaña, en donde la vida le fue placentera al borde de olvidar su pasado.
Recordó lo embriagante que eran esas luces, las historias que imaginaba antes de dormir, los seres fantásticos que cada noche aparecían en sus sueños y la dificultad para respirar a la que se acostumbró.
Sus fuerzas ya no eran suficientes para subir la montaña y llegar a la torre, así que esperó pacientemente, dibujó una gran mariposa y la pintó de añil, la colocó con cuidado entre las hojas y extendió sus alas apuntando al horizonte, llegada la noche, cuando la luna llegó a su punto más alto, montó en el lomo de su creación y permaneció quieto con el desenfrenado palpitar de su corazón, hasta que empezó a sentir el crujir del papel bajo su cuerpo y la mariposa cobró vida.
Remontaron en el cielo, con aleteos constantes y llegaron al friso de la ventana de la torre.
Nadie sabe que sucedió, aquellos que tuvieron la fortuna de mirar hacia el punto correcto en el horizonte, vieron una mariposa de enormes y brillantes alas que se alejó con dirección a la estrella más grande del firmamento y allí desapareció.
Maya
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