martes, 19 de octubre de 2010

Enamorarse


Hoy, la vida me dio la oportunidad de encontrar el equilibrio en la atmósfera, la cual me permitió comprender algunas situaciones de las cuales había rehuido o negado.

El amor, ese que es terrenal, que había creído falso y volátil, insiste en arraigarse en lo más profundo de mi ser.

Sentada frente a la ventana, en unos minutos de meditación, con la ayuda del azul del cielo y el viento frío, entendí que hay que enamorarse, de quien sea, pero enamorarse, pues eso nos permite disfrutar las cosas más simples que la vida nos ofrece y que normalmente no percibimos.

Una persona enamorada puede sonreír, levantarse con energía y encontrar la lluvia refrescante o la calidez de los rayos del sol. El amor, hace de un día nublado, la mejor ocasión para expresar los sentimientos; hace de un tropiezo el pretexto perfecto para tomar la mano de alguien; ó a una lágrima como el motivo ideal para atarse a los brazos de otra persona.

Enamorarse, podría ser la cura perfecta para los cuerpos cansados y las mentes agotadas; el alimento de los que tienen hambre de aventuras; podría ser incluso el remedio ante las guerras que se hacen en el mundo entero; pues a pesar del color de piel, el tiempo y el espacio, el amor se siente de igual forma.

Hay que vivir enamorados, tener esa capacidad de encontrar lo bello en los demás, ya sean los ojos, las manos, el timbre de la voz, el color de piel ó bien la esencia y el color del alma.

Cada ser humano que habita en este universo, guarda celosamente una parte que no muestra a cualquiera, esa chispa se enciende de forma distinta. ¿Cuántas historias?, ¿Cuántas formas de besar?, ¿Cuántos sueños?, ¿Cuánta vida por recorrer?... ¿Cuántas cosas por aprender?

Enamorarse, no significa atar, al contrario, es desprenderse del otro para aceptar el regalo de su presencia.

Soy un ser enamorado de la vida, amo las manos del panadero que con delicadeza acaricia la masa y forma el alimento que acompaña mi taza de café; la dedicación del campesino que con paciencia y constancia cuida de su cosecha; la imaginación del músico que compuso una canción; los pies de la mujer que lenta y cadenciosamente movieron el pedal de una máquina para transformar un trozo de tela en una prenda que abriga; el ingenio y precisión de aquellos hombres que diseñaron y coordinaron la construcción de las paredes que hoy me protegen; la fortaleza del médico que corta una pierna para que deje de contaminar el cuerpo y el alma con dolor.

Encuentro a cada ser que está a mi alrededor, como la persona más bella, todos únicos y verdaderos galardones de la sorprendente vida.

Quisiera besar y abrazar a la gente que se cruza en mi camino, a aquellos que me regalan un gesto, el mínimo contacto, una simple mirada. Apuesto a que ninguno de ellos es consciente de que son fuente de mi inspiración y de que sus rostros se quedan grabados en mi mente. Por eso, esta noche, les envío desde mi lugar una parte de la luz que llevo en el interior, que sólo se nota en la oscuridad, que solo sacia cuando hay sed y da calor cuando hace frío.

Seguiré amando, enamorándome una y otra vez de aquellas personas que en el tiempo y espacio vividos aporten a mi vida la cantidad exacta de amor que esté dispuesta a aceptar. Estoy segura que habrá muchos más momentos de tristeza y frustración, quizás de llanto y añoranza, pero serán el motor de mi inspiración como lo es hoy la emoción que me incendia.

Mi alma había estado en reposo por algún tiempo, desintegrando cada parte de sentimiento, pero una vez más quiso abrir la puerta del camino, aquel en donde cada paso es diferente al anterior, que es infinito.

Quiero enamorarme siempre, voy a enamorarme siempre; podrán cambiar los nombres, rostros y cuerpos, pero nunca la intención de hacer de éste mundo un mejor lugar.