sábado, 13 de febrero de 2010

El conflicto de la religión.


Existen muchas religiones alrededor del mundo, algunas más antiguas ó rígidas que otras, pero casi todas basadas en la filosofía del sano desarrollo de la humanidad a través de la enseñanza de valores como el amor, paz, tolerancia y respeto entre otros.


En México la mayor parte de su población predica la religión católica, según el censo del año 2000 un porcentaje del 87.9% de habitantes se consideraban parte de ella.


Nací y crecí en un ambiente netamente católico, fui bautizada, asistí al catecismo, hice la primera comunión y confirmación, y confieso con tristeza que nunca me atreví a cuestionar la razón de dichas acciones.


Hace apenas 500 años que existe en el territorio que hoy ocupa nuestro país un Dios como el que define la iglesia católica; Jesús, la virgen María y el Diablo ni siquiera figuraban en la parte más remota de las mentes de los naturales. Por ello defino la situación como confusa desde ese periodo en que la forma de vida fue drásticamente desviada.


Los abusos que se cometieron desde la llegada de los españoles a nuestro territorio han sido muchos, como la destrucción de los templos prehispánicos para construir nuevos templos católicos y el cobro por concepto de uso de los panteones a los indios. Las luchas por el control de la región eran intensas, dirigidas obviamente por el clérigo, cuyos miembros encontraron en estas tierras un tesoro con los recursos naturales y la mano de obra adjudicada.


Por otra parte encuentro fascinantes las creaciones artísticas que se originaron desde esa época, el tequitqui, con la mezcla de técnicas e ideas tan distintas. Solo basta echar un vistazo en los miles de templos católicos que datan de la época de la colonia para encontrar muestras de ello.


Sin embargo, considero que actualmente la iglesia católica sigue violentando el derecho de muchas personas, como la invitación que hizo uno de los sacerdotes de una iglesia que frecuentaba, quien dijo que – la iglesia no iba a descansar hasta haber evangelizado a todos los pueblos del mundo -, quizá este hombre no ha entendido que el respeto a la libertad es fundamental para la sana convivencia entre hombres y culturas. Que triste sería encontrarnos con más luchas sangrientas por la toma del control de vidas ajenas.


Entiendo que para algunas de las muchas autoridades que tiene la iglesia, así como algunos feligreses, sea muy sencillo usar la religión como arma para abusar sexualmente, humillar, explotar, golpear, robar y hasta causar la muerte a otro. Creo que la solución no es erradicar la religión católica, pues estoy segura de que existen seres humanos comprometidos con los valores que predican, pero no estaría nada mal si cada uno de nosotros pusiera de su parte respetando la vida de los demás.


Cuestionar aquello que no entendemos o no nos queda claro, es totalmente aceptable y natural, además de productivo, pues de esa manera tomamos o dejamos creencias y comportamientos que de no hacerlo así nos hacen ser personas incoherentes.


Con frecuencia elaboro preguntas a católicos cercanos a mi, cuyas respuestas no pueden fundamentar, allí me doy cuenta del problema que enfrentamos como sociedad y que dan pie a la creación de conflictos políticos y económicos al favorecer el abuso debido a la patología que desarrollamos desde niños al no cuestionar y defender puntos de vista.


Lo que pareciera para muchos una simple creencia, se convierte en un problema social, pues ideas como: “de los pobres es el reino de Dios”, “unidos hasta que la muerte nos separe”, “cargar con la cruz”, “obediencia”, “penitencia” y más, representan para muchos una forma de vida.


Afortunadamente he logrado seguirme relacionando con la misma gente, aunque algunas veces su falta de comprensión los lleva a irritarse o incomodarse al escuchar mi opinión, pero con gran orgullo puedo decir que en ese aspecto me he quitado de ataduras que me hacen ser una mujer feliz.


Actualmente y desde hace algunos años, no siento necesidad alguna de escuchar un sermón en la iglesia, no comulgo, no me confieso y muchas otras cosas que regularmente hacía, y me considero un ser humano que lucha por una vida mejor.


A manera de conclusión comparto con ustedes que en más de una ocasión me han dicho que me voy a ir al infierno, pero con alegría les respondo que no creo en ese lugar.

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