Hace algunos días terrenales que dedico tiempo a organizar mis ideas, las emociones, los sentimientos y las reacciones físicas de mí ser; intentando ser coherente en mí actuar, buscando que se perciba el verdadero reflejo y no la ilusión de existir.
Busco la forma, el medio y la hora indicada, y justo ahora, en medio de mi habitación, después de calmar el torrente sanguíneo y aliviar el alma, sé que es el momento de expresarlo.
Me centraré en el punto de lo que representa conflicto interno, el amor… mi amor.
El amor es irreal, me refiero a ese amor de la pobre condición terrenal, ese que es manipulado y condicionado a la eternidad, que es falso y vano cuando se vive según las reglas impuestas, que se firma o se promete, que ata, obliga, destruye al ser interior.
No quiero un amor así, pues mi espíritu es libre, como la luz, que se cuela por el mínimo espacio y puede alumbrar o cegar.
Soy una loca, quiero seguirlo siendo, pues los locos habitan en una dimensión distinta, en donde todo se logra con solo imaginarlo, que acarician las sombras y beben el sol, que ahuyentan a los espectros con un soplido y atraen a las fieras con una señal.
Mi cuerpo es materia ardiente, quema la piel y deja una huella imborrable donde se posa, mariposa de fuego que se desplaza cadenciosamente a través de los cuerpos inertes que yacen plácidos, somñolientos.
Soy orgullo de mis creaciones, lo mejor que he inventado.
Nocturna por naturaleza, al ocultarse el sol desaparece la careta mundana y comienza la transformación, mi ritmo se agita hasta estallar en un chorro de inmensa pasión, se retuerce en las entrañas el animal...
Una mirada que atrapa, un cuerpo etéreo que existe solo en sueños, se le ve entre la penumbra con las fauces abiertas y las garras afiladas, se le escucha respirar, incluso se puede sentir, cálido, incitante.
No pretendo abandonar el viaje, no por el momento, pues llegará el día en que el cuerpo sea vencido por el cansancio, cuando la debilidad sea derrotada por la oscura y fría muerte para ser llevada a una nueva dimensión, donde el cuerpo no pesa al caminar.
Estoy fuera de las imposiciones, mi cuerpo no tolera las causas mortales, mi alma repele la comodidad del descanso, por eso las noches son cortas, quisiera atar a la luna, impedir que avance a través de los astros y atrapar su brillo en una gota de miel, en una lámpara que se enciende cuando la luz es escasa.
No tengo religión, no hay Dios que me premie, ni diablo que me castigue, solo hay un par de palabras que el hombre se inventó para justificar sus actos. Compadezco al diablo, deprimente ser que habita en la imaginación de los reprimidos, a quien culpan de los deseos adquiridos y los actos realizados. Qué mejor que aceptar que el alma necesita del cuerpo para hacerse presente. Que dicha disfrutar, que alegría vivir sin ataduras.
Amar… el dilema perseguido. Amo, pero el vicio habituado de expresarlo es delito.
Pena siento por aquellos que no encuentran la llama, que no se atreven a encender la chispa. Pues cuando se enciende no hay nada que la detenga… hasta la hora en que la bendita muerte arrebata el aliento para entregar el alma de vuelta al origen.
No he cometido errores, olvidé el arrepentimiento, cinismo le llaman los que siguen atados a las frías cadenas de la moral.
Comienza a temblar mi cuerpo, creo que estoy fuera de mi, me arrastro, camino, corro y me detengo, no me interesa llegar pronto a la meta, quiero seguir caminando lento, colocando cada pie con fuerza sobre la tierra y dejar marcada la huella de mi andar.
Todo lo que tengo es el día de hoy, el momento justo en que cada yema de mis dedos van oprimiendo las teclas, el párrafo anterior quedó en el pasado y el siguiente aún está en mi imaginación; el pasado no lo puedo cambiar y en el futuro solo puedo inducir mis deseos, por supuesto manipulando la energía del universo que está dentro de mi alcance e influenciar en los demás cuando se armoniza mi existir.
Esta noche no hay sonido alguno que perturbe lo que aquí sucede, solo el silencio y el viento presencian la transformación y lo cuentan a los árboles que crujen al enterarse del hechizo que se conjura. Magia que se desprende de cada objeto y que se conecta con el universo. Puedo sentir los rayos de luz que emanan de cada poro y me cubren hasta envolverme en una esfera que brilla y se hace densa en medio de la noche, luz que evoca la creatividad e inspiración para materializar aquello que se percibe a través del espíritu, pues invisible nace e invisible se quedará.
Al culmino del vuelo, confirmo mi intención, forjo un paso más en el destino que elegí… intensa, dramática, aventurera, pasional, excitante, sensitiva, hechicera, enamorada.
Casi termino, me lleva un tiempo volver a ver con estos ojos que me cegarán una vez llegada el alba, mirada que solo percibe las partículas pesadas, invento de humanos. Debo dormir, descansar el cuerpo que fue punto de partida, vehículo y guarida.
Me reconociste, sabes que estuve allí, observando entre sombras y reflejos, pudiste sentirme, pues tu ritmo se aceleró sin encontrar la causa. Recuerdas el viento frío que venía de alguna parte…era yo cuando arribaba.
La mañana vendrá pronto, las aves cantaran alabanzas al día, agradecerán su llegada. En cambio yo, esperare la noche, para asomarme a la ventana y salir volando entre nubes y montañas, entonces seré lo que quiera ser, aire, animal o fantasma…
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